Debla
La brutalidad del horizonte representada oníricamente, como escenarios recreados por y para la ensoñación de lo extraño. Un paisaje reestructurado que da lugar a nuevos espacios naturales salvajes, nuevos “ecosistemas” que se producen tras la acción humana sobre esos territorios, confiriéndole un grado de rareza e incomodidad que acaban por conseguir que el sujeto sea un ser ajeno a su inicial creación.
La perpetua pugna por la tierra, no como superficie que nos alberga, sino como acotación que nos disgrega, nos obliga a dejar el eterno estigma de supremacía sobre todo lo que nos circunda o acorrala, dependiendo de cómo deseemos entenderlo; adhiriéndose a ésta la necesidad de control superior, de educar lo indómito para, a nuestro juicio, hacerlo bello, dejando atrás lo sublime, el paisaje agreste, el animal silvestre, para atribuirle una nueva funcionalidad a nuestro servicio.
La necesidad de ser salvaje y la necedad de privarlo, la búsqueda de lo innato y la lucha por atar y controlar todo lo que no tiene gobierno. Todo reducido al miedo, miedo al procedimiento desbocado, a perder la forma impuesta.
diosa
ay dios grande
mírala
martinete desolado y doliente
desfiladeros de cal aprisionaban un cielo vacío
donde sonaban las voces de los que mueren bajo el guano
un cielo mondado y puro, idéntico a si mismo,
con el bozo y lirio agudo de sus montañas invisibles.
F.G. Lorca
yo ya no soy quien era
ni quien debia yo de ser
martinete popular
es un cante oscuro, un cante tiznado de negro profundo de hollín de fragua
y sudor incesante como si fuesen lágrimas que el cuerpo expulsa,
un llanto que no cesa
desde el aire, los trabajos de la humanidad son rasguños,
lagunas y cuadrículas,y, de hecho la mayor parte de la Tierra parece, a lo lejos, campo abierto.
Gary Snyder
no soy un hombre, ni una hoja
pero si un pulso herido que ronda las cosas del otro lado
F. G. Lorca