Medranto

La Naturaleza humana desnaturalizada a la máxima potencia, arrancando sus instintos animales y tratando de dar razón a lo más intrínseco de cualquier ser animado, el miedo, la supervivencia en todos los sentidos.
Las manos tendidas se deshacen frente a la perdida de la razón, solo respirar hasta que duelan las costillas, hasta que el tórax cruja como si lo aplastaran a base de piedras. La visión se convierte en niebla y la oscuridad bate las alas, soplando con tanta fuerza que nos lleva a golpeamos contra un muro que nosotros mismos hemos levantado. Asfixia. El aire pesa. Frente al mar abierto la sal se cristaliza en tu garganta.

El hombre anulando sus impulsos. Amedrentado, asustadizo y esquivo frente a la pérdida de control sobre sí mismo.

Una alegoría al miedo desbordado. No nos han enseñado a correr, no nos han enseñado a pegar, no nos han enseñado a llorar. Todo ha de guardarse bajo llave y aguantar los golpes de marea sin mostrar el más mínimo ápice de temor hacia lo que nos viene y puede arrastrarnos. La soledad nos anula, la perdida nos destroza, la desaparición de lo físico cercano como una batalla interior a la que no podemos hacer caso porque somos fuertes.

Miedo.

Miedo a perder y a ser perdido.